Acababa de vender su última empresa y por primera vez desde hacía mucho tiempo había dejado de trabajar. Económicamente le había sonreído la vida y no tenía problemas. Por el contrario, su matrimonio estaba estancado y había caído en la rutina. Este es el caso de Joaquín (lo llamaremos así para respetar su anonimato) que vino a hacerse Terapia conmigo presentando una serie de comportamientos más propios de un adolescente, que de una persona de su edad, según él mismo me decía.
Joaquín estaba casado desde hacía más de 20 años y tenía dos hijas ya mayores de edad
El tener tiempo por fin para él le provocaba un gran vacío existencial. Lo intentaba gestionar realizando cursos y conociendo gente nueva, viajando solo y saliendo de fiesta. La relación con su mujer estaba muy deteriorada, tenían intereses muy distintos, no pasaban tiempo juntos y Joaquín estaba empezando a coquetear con mujeres con las que chateaba. Su salud se empezaba a resentir con dolores en espalda y articulaciones, así como intolerancias, compulsiones, alergias e hiperactividad.
Las causas de tales comportamientos y situación hay que encontrarlas en la infancia de Joaquín. Se puso a trabajar con 14 años. A los 16 años empezó la relación con la que sería luego su mujer, con la que se casó dos años después. No había disfrutado la adolescencia. Apenas había salido, ni se había relacionado. No había tenido tiempo para actividades que le gustaban, ni para el descanso, el tiempo libre o el ocio. Había vivido para trabajar y sacar adelante a su familia, con un montón de responsabilidades y obligaciones a sus espaldas.
Estaba repitiendo la misma historia que su padre, que le había inculcado desde pequeño que tenía que esforzarse y trabajar duro para ser alguien en la vida
Joaquín tenía muy marcado el rol del trabajador, de cabeza de familia que lleva el dinero a casa para mantener a su familia y de esta forma sentirse realizado y amado. El hecho de haber amasado una buena fortuna, vender su empresa y dejar de trabajar le habían puesto en un escenario nuevo, donde las necesidades de su niño-adolescente emergieron en todo su esplendor.
En las distintas sesiones que duró la Terapia, en unos meses, Joaquín tomó conciencia de toda su historia de vida, de los comportamientos que había asumido antes de vender la empresa y después cuando afloró su adolescente. Pudo trabajar las creencias limitantes inculcadas por sus padres y las heridas de su infancia (falta de juego, ocio, diversión, cariño, aburrimiento y validación).
Aprendió a gestionar sus emociones, sus impulsos, deseos y compulsiones que presentaba
Calmó los dolores físicos, aprendió a meditar, a llevar una vida más tranquila y consciente, aumentó su autoestima y amor propio, empezó a valorar la familia que había formado y la relación de pareja que quería tener a partir de ahora. Conectó con su niño interior para poder gestionar todas las demandas y comportamientos que le habían aflorado de forma inconsciente, saber lo que le gustaba y cómo podría sentirse bien. De esta forma pudo saber lo que quería en su vida actual y lo que no, para después tomar decisiones responsables, que todas las personas de su entorno agradecieron. Todo ello lo pudo hacer gracias a las distintas herramientas y ejercicios facilitados, las sesiones de desbloqueo realizadas, las conversaciones mantenidas y el acompañamiento mío que tuvo en todo momento.
El caso presentado en este post no debe ser tomado en consideración para ninguna otra persona, puesto que las situaciones y experiencias de vida de cada uno son diferentes.
Para más información, saber el precio de las sesiones o pedir una cita conmigo, puedes hacerlo por teléfono, WhatsApp o Telegram: +34 682 89 35 15
Un abrazo. David Blázquez León, Terapeuta y Director de Móstoles Terapia.